Una de las más bellas piezas musicales jamás escritas es la titulada “Escenas de Niños”. Pocas composiciones están tan imbuidas de sensibilidad como ésta, pues son la obra de un hombre completamente enamorado.
Su autor, Robert Schumann, la compuso hacia 1838 cuando contaba unos 28 años. Ocurrió en la ciudad alemana de Leipzig (Sajonia). En realidad, las “Escenas” son un conjunto de trece pequeñas composiciones para piano, con título e identidad diferenciadas para cada una, pero nacidas con una unidad de motivación: Schumann quería dedicarlas a su amada Clara Wieck, de la cual se hallaba temporalmente alejado.
El título no hace alusión a ningún pequeño, sino al propio Schumann, al que Clara había dicho en ocasiones que “a veces pareces un niño”. La historia de estos dos enamorados fue digna de ser contada, y de hecho así ha ocurrido. Schumann era por entonces un joven pianista, compositor y crítico musical que aspiraba a despuntar; Clara era la hija prodigio del maestro musical Friedrich Wieck, a cuyas lecciones asistió Robert y en cuya casa conoció a aquélla, muchacha de apenas 16 años que ya destacaba como grandiosa pianista. El padre Wieck se opuso a la relación en cuanto tuvo sospecha de ella. Schumann y Clara se llevaban nueve años de edad, lo que para el padre de ella se consideraba una seria barrera, aparte del futuro incierto que parecía esperar a un Schumann aún desconocido.
Por ello se mandó a Clara de gira, para desesperación de Robert, el cual canalizó sus sentimientos en forma de una serie de composiciones breves pero llenas de poesía, dulzura e ingenuidad, con más apariencia de haber salido de un juego infantil que del alma apasionada de un adulto. Así lo escribió Schumann en una carta a su amada: “Es quizás una respuesta inconsciente a lo que tú me escribiste hace algún tiempo (A veces me pareces un niño.) Si es así, verás que a este niño le han salido alas, ya que ha escrito más de 30 pequeñas piezas y ha escogido una docena de ellas para reunirlas bajo el título de Escenas de niños. Sin duda te gustará tocarlas, pero tendrás que olvidarte de que eres una virtuosa”.
La explicación del título de la obra como parte de un romance no significa que ésta sea totalmente ajena al mundo de la infancia. El amor de Schumann por Clara contenía la aspiración de formar con ella un hogar feliz. Así lo hicieron al poco tiempo salvando la oposición del maestro Wieck y obteniendo el permiso de los tribunales; el matrimonio tuvo ocho hijos y siempre permanecieron juntos.
Robert tenía además una clara añoranza de la inocencia infantil y siempre pretendió ser un buen padre. Tenía como modelo a su propio padre que fue quien le inculcó el amor a la música y las enseñanzas primeras. Cuando Robert tenía 16 años, su padre falleció y la madre fue menos comprensiva con las artes, obligando al hijo a estudiar Derecho por un tiempo, hasta que se evidenció en éste la inclinación irrenunciable por el arte.
Todos estos antecedentes familiares, añadidos al afán de Schumann por componer un hogar pleno de amor y de armonía, son los que dotan a las “Escenas de niños” de un sabor infantil que, si no podemos decir que estuviera en su gestación, sí estuvo en la mente del autor como parte de una visión del mundo que nunca le abandonó.