El Rincón de los Niños es una pieza compuesta por un padre para una hija de tres años a la que adoraba. El padre fue Claude Debussy, uno de los más importantes compositores de Francia, adscrito (no por conciencia propia) al llamado “impresionismo musical” de principios del siglo XX.
La obra fue compuesta en 1908. En ella Debussy se inspira en la que fue su única hija, Claude-Emma, nacida en 1905. Esta niña era fruto del amor entre el compositor y su tercera esposa la cantante Emma Bardac; para Emma, Debussy era su segundo marido. Ninguno fue, pues, el primer amor del otro, pero sí fueron el definitivo pues siguieron juntos hasta el final y hoy reposan los tres juntos en el cementerio de Passy (Paris).
El Rincón de los Niños es frecuente en repertorios discográficos y conciertos pues, a pesar de su inspiración infantil, no es precisamente sencilla en cuanto a su composición. Además, a pesar de su aparente carácter ligero, contiene toda una declaración de intenciones sobre la personalidad musical de Debussy y aun sobre su propia infancia: hay que recordar que el compositor solía ser muy reservado sobre ese tiempo posiblemente debido a que su padre había estado preso a raíz de La Comuna de París.
La obra se compone de seis piezas breves, inspiradas en el mundo de los juguetes y el aprendizaje musical que rodeaba a Claude-Emma (a la que su padre apodaba “Chou-Chou”). También contiene un gesto hacia la influencia inglesa que la institutriz británica Miss Dolly aportó a la pequeña, y que se traduce en el título original en inglés de cinco de las seis piezas, estando la restante en latín.
La primera de las seis partes se titula Doctor Gradus ad Parnassum y es un homenaje amable a la obra Gradus ad Parnassum, de Muzio Clementi (1752-1832), gran pedagogo musical y compositor eclipsado por Mozart y Beethoven. La segunda, Nana de Jimbo, se inspira en el elefante de juguete de Claude-Emma. En la tercera, Serenata para la muñeca, se contienen las armonías más dulces a la vez que arriesgadas; hay que recordar que el Debussy estudiante resultaba muy heterodoxo en las asignaturas de armonía, no así en otras menos comprometidas como en la de acompañamiento, y ello puede significar que ahora invitaba a su hija a seguir la misma postura musical valiente que él había adoptado años atrás. La cuarta de las piezas, La nieve danza, es otra traducción a música de elementos tan propios de la infancia como el baile o la nieve. Lo mismo puede decirse de la quinta, El pastorcito, de clara connotación bucólica.
La sexta es quizá la más interesantes desde el punto de vista musical. Su título, Golliwogg´s Cake-walk, ya nos da una pista. El Cake-walk es un tipo de baile de origen norteamericano, al parecer ligado al mundo de las plantaciones y la música negra que posteriormente dará lugar al rag-time y otros géneros basados en el ritmo y la síncopa (dicho más claro, el origen del Jazz). Golliwogg, por su parte, es el nombre de un personaje infantil de piel negra y gran melena afro que era habitual como ilustración o muñeco en el siglo XIX.
En esta sexta pieza Debussy está admitiendo las influencias extraeuropeas que empezaron a frecuentar París a partir de la exposición de 1889, la misma en la que fue creada la Torre Eiffel y en la que se vieron prodigios americanos como el Pabellón Argentino que recibió el primer premio entre los extranjeros (incluyendo el premio a la ciudad de La Plata como “ciudad del futuro”) el chileno (hoy conservado como Museo Artequin en la capital, Santiago), o actuaciones asombrosas como la estadounidense de Buffalo Hill presentando a la prodigiosa tiradora Anney Oakley, todo ello junto a las músicas africanas de la atracción Village Negre ofrecida por 400 indígenas o un grupo de Java que interpretaba música folklórica de género “gamelan”. En esta sexta pieza Debussy dedica a su hija una música no basada en la nostalgia propia sino en la vanguardia del nuevo mundo en el que su hija iba a crecer, lo cual no deja de ser un acto de generosidad.