Hace cinco años Borrás elaboró una serie especial de su famoso Juego de Magia. Así celebraba el 75 aniversario de la emblemática Magia Borrás, nacida en 1933. Hoy nos asomamos al 80 cumpleaños de aquel juguete, al que no se aprecian signos de cansancio. ¿Por qué será?
La marca Borrás había nacido mucho antes, en 1894, cuando Agapito Borrás Pedemonte fundó la empresa en Calella, cerca de Mataró. Su primer producto estrella fue un monje de cartón que predecía el tiempo, y cuya imagen aún encontramos en algunos lugares. Su hijo Enric Borrás fue quien, tras heredar la empresa, creó en 1933 el juego de Magia. En aquella primera emisión había trucos como El Caballo Misterioso, Las Pirámides Mágicas, la Baraja Agujereada…
La empresa pasó después a ser Borrás Plana, S.A. y más recientemente Educa Borrás tras su unión en 2001 con la marca Educa (muy conocida por sus puzzles). En todo ese tiempo Borrás no sólo mantuvo el Juego de Magia y su imprescindible varita, sino que pudo ofrecer al mercado otros juguetes tan exitosos como el Monopoly, Telesketch, Cluedo o Tente, de los que fue adquiriendo las respectivas licencias.
La vitalidad del juego de magia se puede explicar por muchas causas. Una de ellas, muy evidente, es el influjo ejercido por el arrollador éxito del niño mago Harry Potter, el cual ha multiplicado el interés de los niños actuales por el mundo de la magia. El primer libro de la serie apareció en 1997 (1999 para España), y la primera de las películas en 2001. Con la expresión “mundo de la magia” nos referimos no sólo a los trucos sino a otros factores que la acompañan como son los libros, la historia, la estética, lo espiritual…
Pero el caso de Potter no es sino un eslabón más de una cadena que preexistía a él y que encontrará nuevos iconos. Y ello se debe a que el pensamiento mágico es innato a los niños, al margen de las modas o de los prototipos que puedan surgir de forma más o menos aleatoria.
Hay que pensar, en primer lugar, que a los niños siempre les ha fascinado todo lo sobrenatural, lo fantástico (lo cual no es extraño pues tal fascinación también alcanza a los mayores). Esto no sólo es predicable de lo mágico en sí, entendido como todo aquello que escapa a una explicación racional, sino también a manifestaciones menores como son la “apariencia de lo mágico”, es decir, el mero ilusionismo, el mentalismo, las habilidades asombrosas… Los niños no necesitan saber que el mago tiene “poderes” especiales, sino que les basta con saber que tiene “habilidades” superiores. Ello tiene también su explicación: si hablásemos de ”poderes” estaríamos refiriéndonos a un don, cosa que es muchísimo más difícil –o imposible- de encontrar que una mera habilidad o destreza. Además, el don no representaría un mérito de su portador, sino la mera suerte de haber sido elegido por el azar.
Por eso, y en segundo lugar, el niño disfruta pensando que él mismo puede ejercitar esa magia, aunque sea en el tramo menor de la mera prestidigitación, del ilusionismo. Este estímulo tiene un tremendo potencial formativo: se afirma que los niños que se ejercitan en trucos de magia desarrollan mejor su creatividad, su esfuerzo, potencian su motricidad y coordinación. Además, y quizá esto sea lo más importante, refuerzan su autoestima pues les hace sentirse respetados por su entorno, como portadores de un saber atractivo. No es casualidad que un artista como David Copperfield haya puesto en marcha el programa Project Magic, para ayudar a niños con ciertas discapacidades, o que haya surgido el proyecto canadiense My Magic Hands, para niños marginales que necesitan un estímulo de superación.
Comentarios
Una respuesta a «Magia Borrás: 80 años de asombro.»
Tengo el juego de El Caballo Misterioso, de Magia Borras, de hace aproximadamente, 40 años, y lo he tenido mucho tiempo arrinconado, y me gustaría enseñar a mi nieto el juego, pero como he dicho antes, no tengo la explicación. Por favor, si hay alguien que la tenga y le venga a bien mandármela se lo agradecería de corazón. Gracias por anticipado.