La Nana, de Brahms
La Canción de Cuna -también llamada la Nana– de Brahms, es quizá la más conocida entre este tipo de melodías. Algunos la consideran una de las más bellas músicas jamás compuestas, y todos los niños se han dormido con ella alguna vez.
Cuando un compositor crea una pieza como ésta, es inevitable preguntarse qué le inspiró para ello. Johannes Brahms es un músico del Romanticismo y su nana es una de sus obras más intimistas, gozando de un espacio propio a pesar de su sencillez y brevedad (apenas dura un minuto). ¿Cómo nació esta canción de cuna?
Brahms (1833-1897) nunca se casó; no tuvo hijos. Por tanto, no compuso esa canción en el entorno de un hogar. Las razones son más complejas y hay que encontrarlas tanto en la infancia del autor como en sus relaciones personales.
La nana se creó en 1868, cuando el músico tenía 35 años. Para entonces Brahms ya era un músico consagrado pues su fama comenzó con apenas 20 años. Había compuesto ya diversas sonatas, tríos, cuartetos, un sexteto, multitud de piezas para piano, canto, etc., aunque aún no había comenzado su producción de sinfonías ni de conciertos orquestales de madurez. Al tiempo de componer la nana, su opción por el Romanticismo ya era firme, y uno de los elementos básicos de dicho movimiento era la inspiración en temas populares. Pues bien, la música de la canción de cuna está ligeramente emparentada con esos temas populares que el compositor supo convertir en algo nuevo. Acopló a la melodía dos estrofas para poder ser cantada; la primera procede del folklore recogido por los escritores y filólogos Achim von Arnim y Clemens Brentano en Des Knaben Wunderhorn (El cuerno mágico del muchacho), aparecido en 1808, y la segunda estrofa corresponde a textos de Georg Scherer editados en 1849. No fue, pues, una elaboración a la ligera. De hecho, los textos fueron readaptados por Brahms para que encajaran con la melodía. Fue publicada junto a otras cuatro piezas intimistas en la colección Cinco canciones para voz y piano (Wiegenlied, op. 49, no. 4).
Lo anterior nos explica el tono romántico de esta obra, pero no el interés de Brahms por lo infantil. Sabemos que Brahms no pasó una infancia feliz (en Hamburgo, Alemania), pues su familia apenas podía mantenerse. El padre, violoncellista, bastante hizo con formar al hijo como pianista, lo que permitió al joven Johannes ganarse el pan tocando en todo tipo de salones. Pero ello no amargó el carácter del muchacho; por el contrario, supo entender el valor de esa inocencia que a él se le había hurtado. Se cuenta, por ejemplo, que cuando años más tarde residía en Viena, en sus paseos llevaba siempre golosinas para regalar a los chiquillos.
Pero hay más. En sus relaciones personales añoró siempre el formar un hogar familiar, aunque no tuvo fortuna en ello. Se dice que su soledad vino marcada por el gran amor que sintió por Clara, esposa del compositor Robert Schumann en cuya casa de Düsseldorf convivió durante una temporada (1854-56). El entonces jovencísimo Brahms vivió una experiencia de tremendo amor y respeto por el matrimonio Schumann y por los hijos de éstos, hasta el punto de que en alguna versión cinematográfica da la sensación de que la nana fuera compuesta para esos niños. No es así en la crónica oficial, pues la obra fue creada más de diez años después de abandonar la casa, y sí se nos dice que la verdadera destinataria fue otra antigua amiga, la cantante Bertha Faber (de soltera Porubszky), a la que había conocido en 1859 cuando ésta acudió con un coro femenino a Hamburgo y que, ya casada, acababa de tener un segundo hijo, Hans, al que dedicó la pieza compuesta en Bonn, en Julio de 1868.
Sin embargo, y como muchos intuyen, algo nos dice que los hijos de Clara Schumann y el amor de Brahms por ella –ya fallecido el esposo- seguían estando en el corazón del compositor al crear su famosa canción de cuna, pues la relación con ellos perduró en el tiempo. Fue Clara, al piano, quien acompañando a la cantante Marie Louise Dustman-Meyer interpretó la obra en su estreno el 22 de Diciembre de 1869.