Los nombres: Amparo y los más débiles.
Amparo es un nombre que procede de un suceso concreto y una devoción general. Está ligado a la historia de Valencia desde hace más de 600 años y, aunque actualmente ha cedido frente a otros en la preferencia de los padres, ocupa un lugar insustituible como referencia común y como seña de identidad.
El suceso del que partimos ocurrió un 24 de Febrero de 1409. En aquel día, un fraile llamado Gilabert Jofré (1350-1417), al dirigirse hacia la Catedral, presenció una escena que le conmovió: varios jóvenes acosaban a un indigente con incapacidades psíquicas. En esa época se consideraban tales dolencias como síntoma de algún desorden moral o mágico; sin embargo Jofré comprendió que aquel hombre era tan sólo un enfermo que precisaba ayuda más que rechazo. Por eso al llegar a la Catedral pronunció un sermón que avergonzó a los valencianos por desatender de tal forma a los más indefensos.
De ahí surgió la iniciativa de un hospital de pacientes psíquicos –erigido en 1410- que es citado como el más antiguo del mundo. El padre Jofré estaba acostumbrado a esta labor de ayuda pues pertenecía a la Orden de la Merced, creada en su día para ayudar a la liberación de cautivos. Por eso supo encabezar una actuación semejante a favor de los más necesitados en su propia ciudad.
En el hospital recién creado se colocó una imagen de la Virgen María que empezó a ser conocida como la Virgen María de los Inocentes y los Desamparados. Su devoción fue creciendo entre los valencianos, de modo que en 1653 se inició la construcción de una capilla especial para ella, hoy considerada Basílica, junto a la Catedral en la que se pronunció el sermón del Padre Jofré. La imagen fue trasladada a ella en 1667. Hoy es la patrona de Valencia.
La tradición local llama a esta imagen como la “geperudeta” (jorobadita) pues en su iconografía tiene la cabeza algo agachada. Esta inclinación se debe, al parecer, a que su talla fue diseñada para poder colocarse en horizontal sobre los féretros de sus cofrades y apoyando su cabeza sobre un almohadón. De igual manera, la inclinación de la cabeza permitía que la talla, colocada en un camarín a cierta altura, pareciera mirar a los fieles.
Así pues, Amparo no es el nombre en sí mismo -como tampoco lo son Rocío o Montserrat-, pues su origen es realmente María de los Desamparados. Aunque estemos ante un nombre que retrocede en presencia, no deja de estar sometido a ciclos, como todo. Lo que no debería estar sometido a ciclos sino estar en progresión continua es la idea que le dio sentido: el cuidado de todos los que no pueden hacerlo por sí mismos.