Pedro y el lobo, de Prokofiev

     pedro y el loboPedro y el lobo es una composición sinfónica de Sergei Prokofiev sobre un cuento popular ruso: un niño llamado Pedro vive en un ambiente rural rodeado de animales, con cuya ayuda se enfrentará a un lobo que atemoriza a su entorno. El cuento tiene moraleja, pues Pedro va a desobedecer a su abuelo, quien le había ordenado no salir de casa.

  La obra provino de un encargo con un fin pedagógico: facilitar a los niños el aficionarse a la música. Prokofiev asignó a cada personaje un instrumento, lo que facilitaba su identificación. Así, Pedro sonaba con instrumentos de cuerda, el abuelo con un fagot, la flauta quedaba para los pájaros, el oboe para el ganso, las trompas para el lobo o los tambores para los cazadores. La pieza mantiene la hilazón a través de un narrador que ayuda a visualizar las escenas. Aunque la obra no tuvo especial éxito en su estreno, hoy es valorada por lo que justificó su origen: su sentido educativo. No es una pieza habitual de conciertos, pero sí es usada en aulas infantiles para incentivar el amor a la música. Por eso ha sido objeto de multitud de grabaciones, en las que han actuado como narradores actores tan importantes como Sean Connery, Peter Ustinov, Boris Karloff o Christopher Lee; también cantantes como Sting o David Bowie. Existe incluso una versión de Disney. Para nosotros tiene especial interés la grabación que efectuó el hijo del compositor, Oleg Prokofiev, lo que tiene su historia.

 Prokofiev jovenSergei Prokofiev fue un músico precoz. Había nacido en 1891 en Sóntsovka, entonces ciudad rusa y hoy ucraniana. Su inconformismo musical y político le alejó de las academias y de su país, que abandonó en 1918 tras la Revolución Rusa. Viajó por Francia, Estados Unidos… Conoció a Lina (Carolina Codina Nemiskaia), una mujer apasionante, nacida en Madrid en la calle Bárbara de Braganza, hija de un cantante español y una aristócrata polaca. Se casaron y tuvieron dos hijos, Oleg y Sviatoslav. Sergei Prokofiev se fue convirtiendo en un músico de renombre mundial, y ello hizo que la U.R.S.S. pretendiera recuperarlo para mayor gloria del régimen. Sergei aceptó confiado y regresó en 1936; su vuelta fue premiada con diversos encargos oficiales, como lo fue este Pedro y el lobo, promovido por el Centro de Teatro Infantil de Moscú y estrenado el 2 de Mayo de ese mismo año.

 La estancia en Moscú no fue tan pacífica Prokofiev y su familiacomo Prokofiev esperaba. El régimen stalinista presionaba para producir cierto tipo de arte, que fue denominado realismo socialista, y se sentía incómodo con artistas más creativos como Prokofiev. Este, además, abandonó a su mujer y a sus dos hijos en 1939, uniéndose a una admiradora más adscrita al régimen llamada Mira Mendelson.

 Tras la Segunda Guerra Mundial, el cerco arreció contra los artistas díscolos. 1948 fue un año clave por tres motivos: fue el año del famoso decreto de Andrei Zhdanov, de 10 de Febrero, por el que se desató una campaña contra autores como Shostakovich, Jachaturian o Prokofiev exigiendo actos públicos de arrepentimiento y sumisión al arte oficial del realismo socialista. En ese mismo año, Prokofiev se casó con la prosoviética Mira, mientras que la primera esposa Lina (de la que, por cierto, no se había divorciado) fue encerrada en un gulag donde permaneció hasta 1956. Su esposo murió el 5 de Marzo de 1953, en el mismo día que su persecutor Stalin.

 Lo hermoso de la historia es que el hijo de Prokofiev –Oleg-, a pesar de haber militado como artista en la corriente oficial que proscribió a su padre, y de haber sido abandonado por éste, nunca dejó de admirar y querer al gran compositor y no cejó hasta, muchos años más tarde, actuar como narrador en la obra de su padre Pedro y el lobo. Sin duda en ello influyó el papel de su madre Lina, quien a pesar de la prisión y del abandono de tantos años tampoco dejó nunca de amar a Sergei.

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