¿Por qué hay perritos con un lazo amarillo?
Es posible que no hayan visto aún ninguno, pero seguro que pronto lo verán: un perrito que va con sus dueños por la calle y que en el collar o en la correa lleva un lazo amarillo, un retal de tela o alguna otra muestra bien visible de dicho color.
La elección del amarillo no es casual, ya que este y el rojo son los colores que mejor se divisan a distancia. Por eso el amarillo se ha usado tradicionalmente para inducir precaución ante un riesgo (el ejemplo más típico está en las señales de tráfico). En el caso de los perritos, el lazo amarillo significa que son animales con los que se ha de tener un especial cuidado y que por tanto, antes de acercarse a ellos, hay que preguntar a su dueño si es conveniente.
La idea ha surgido hace poco tiempo, pero está teniendo éxito y ha sido bien aceptada por la ciudadanía, que ve muchos beneficios y ningún problema en adoptarla. Y es que el llevar el lazo amarillo no tiene por qué significar que el perro sea peligroso (lo cual suele reconocerse por otros indicios como bozales, o ciertos arneses), sino más bien lo contrario: la advertencia de no acercarse está pensada más en beneficio del animal que del humano, como en los casos de animales en período de educación, de sociabilización… muchas veces se trata de perritos recién sacados de una entidad protectora que sienten miedo de los desconocidos por experiencias pasadas, o están en tratamiento por alguna enfermedad y tienen comportamientos recelosos, o incluso se encuentran en celo y se sienten incómodos. Por tanto, hablamos de supuestos en los que el mejor favor que podemos hacerle al perrito no es intentar jugar con él sino respetar su tranquilidad. ¿Cómo surgió esta iniciativa?
El recorrido por diversas fuentes nos ha permitido hallar referencias cada vez más fiables. Las primeras informaciones sobre el Yellow Dog Project (Proyecto Perro Amarillo) parecían aludir a un mero fruto de las redes sociales sin apoyo institucional. En la página que podemos reconocer como oficial, se incluyen además apartados para voluntariados, aportaciones, etc., pero sin dejar claro el origen de la iniciativa ni con qué respaldo se presenta. Se indica, eso sí, la identidad de un coordinador de voluntarios, Danielle Gettis, como uno de los promotores de la idea.
Esta referencia nos lleva a la de la fundadora, Tara Palardy, ubicada en Red Deer, Canadá. A su vez, hemos podido apreciar que el archiconocido César Millán, famoso por su programa “El encantador de perros”, se ha hecho eco de esta iniciativa elogiando su puesta en marcha, lo que ya empieza a significar un cierto aval por parte del –quizá- más mediático cuidador de perros a nivel internacional. Millán señala que este proyecto, creado por Talardy en Canadá en Septiembre de 2012, está inspirado en otro movimiento previo nacido en Suecia (Swedish International Gulahund Yellowdog program) de Junio anterior, bajo el principio “Dogs that need space”.
En Suecia, por su parte, había sido Eva Oliversson –con titulación certificada como cuidadora y entrenadora de perros- la promotora de este programa. Eva había tratado de este problema con su colega noruega Mimmi Engh, la cual le contó que en Australia algunos clubs de perros venían aplicando el sistema del lazo amarillo desde hacía algunos años.
Así pues, vemos que es difícil concretar la paternidad de la idea del lazo amarillo para los perritos que necesitan espacio, pues parece haber viajado desde Australia a Noruega, de allí a Suecia y desde allí a Canadá, entre otras muchas bifurcaciones de la idea. Ello demuestra que los sectores proteccionistas la están acogiendo espontáneamente y que la población la difunde como algo positivo. Por tanto, nuestro consejo a los que tengan perros que precisen un espacio es que se sumen a la iniciativa, y a los que tengan niños pequeños les recomendamos que respeten esa señal cuando la vean, pues está para ayudar tanto a nosotros como a un animal que ha sufrido.