Calliou, el psicoanálisis y la Casa Verde
En 1997 apareció en España la serie de dibujos de Calliou. Se trataba de una producción algo diferente a las habituales (es decir, no se centra en luchas violentas, ni en “malos-malísimos”, superhéroes, etc.). Su formato y su estética eran bastante suaves, y sin embargo resultaba atractiva. La clave de su interés estriba en una cierta calidad intelectual que da sentido a Calliou desde su misma concepción. Lo exponemos brevemente.
Calliou nació hacia 1990. Su personaje fue concebido por dos mujeres especialmente sensibles al mundo infantil: la escritora Christine L’Heureux y la ilustradora Hélène Despeutaux, ambas canadienses. Crearon un personaje bastante cercano a un niño pequeño normal, lleno de curiosidades, en continuo aprendizaje a través de experiencias, sensaciones… Se integra en una familia con padres, abuelos, la hermana Rosie, animales domésticos (especialmente gatos), algún peluche y multitud de elementos que aparecen ante él para provocarle una permanente fascinación por su entorno. El nombre Calliou alude a su cabeza sin pelo tal como era en el pensamiento original de L´Hereux, la cual ideó en principio a un niño de menos de un año; en la serie aparece como de unos cuatro años de edad, lo que amplía la gama de situaciones que se le presentan, y su capacidad de interacción con ellas.
Las ilustraciones de Despeutaux son muy ligeras, como realizadas al pastel, a la acuarela o a lápiz. Nada que ver con los diseños computerizados ni de agresividad visual. Recuerdan a los dibujos que Saint-Exupery realizó para su obra El Principito. En cierta manera, parecen querer decir que al niño se le debe respetar su condición de niño y reflejarlo con la fragilidad que posee, lo que está en consonancia con la orientación de las historias.
En cuanto a la escritora, Christine L´Heureux, desempeña desde hace años un importante compromiso hacia la pedagogía. En 1987 fundó Chouette Publishing, para promover libros y productos orientados a niños de unos 0 a 6 años de edad, una franja semejante a la de Calliou. Su planteamiento es el de presentar situaciones infantiles ordinarias, como las que cualquier niño puede conocer. Su lema: el respeto por el niño como persona, dejándole que aprenda a su manera. Entiende que el aprendizaje del menor tiene dos elementos básicos: la confianza y la comunicación. En esta concepción pedagógica, Chouette se reconoce seguidora a su vez de Françoise Dolto (1908-1988), pediatra y psicoanalista francesa, de la que también diremos algo.
Françoise Dolto fue una infatigable investigadora de la psicología infantil, gran divulgadora y pionera en ciertas reivindicaciones. Partiendo del análisis de su propia infancia y de la forma de aprendizaje que observaba a su alrededor, fue cada vez más consciente de la importancia decisiva de los primeros años de vida en la maduración del niño. Entendió que el bebé tiene necesidad de comunicación desde su nacimiento, y que quiere aprender y comunicar sus hallazgos. Entendió también que ese aprendizaje sólo puede ser viable si el menor goza de confianza en su entorno y no lo considera agresivo; apelaba a la convivencia de los mayores con los más pequeños para que éstos “aprendieran a aprender” en un entorno de seguridad que
les facilitara cometer errores sin el temor al reproche o a la vergüenza. Así, participó en diversos proyectos pedagógicos, destacando su invención de la “Casa Verde”, como un centro que no era propiamente una guardería -pues no se dejaba sólos a los niños sino que éstos acudían con sus padres, extraños a su vez para los restantes niños- de forma que los menores se acostumbraban a desenvolverse en un medio social en el que los adultos no eran censores por definición ni coartaban sus juegos.
Las teorías de Dolto han generado escuela. No sólo en las universidades sino, como pasa con Calliou, en la producción literaria y artística. Seguramente, cuando volvamos a ver sus aventuras en la televisión, miraremos a ese crío con otros ojos.