Blancanieves cumple 200 años

   BLANCANIEVES CUMPLE 200 AÑOS

    Hace cinco años se celebró el 70 aniversario de la Blancanieves cinematográfica. Lo que no saben muchos es que, en el actual 2012, se cumplen los doscientos años de su aparición como cuento editado.

   La historia de Schneewittchen (Blancanieves) formó parte de los “Cuentos Infantiles y del Hogar” recogidos por los Hermanos Grimm (Jakob y Hermann), cuya primera edición aparece en 1812, hace ahora doscientos años. Dichos cuentos pertenecían a un acervo europeo conformado durante siglos y que presenta múltiples variantes, si bien la labor filológica de estos hermanos supo darles una concreción que, con matices, garantizó su pervivencia. Los Hermanos Grimm tenían una importante formación jurídica y literaria, la cual debieron orientar en aquellos años hacia una tarea tan aparentemente inofensiva como los cuentos populares. Así pudieron soslayar la férrea censura que sobre los textos políticos ejercía en su Prusia natal el rey Federico Guillermo III.

   Castillo de BlancanievesSe cita como posible antecedente editado de esta historia una recopilación del napolitano Giambattista Basile (1566/1575 -1632) llamada Pentamerone o Lo cunti de li cunti. En su relato aparece la historia de Lisa, una niña que con siete años se clava un peine mágico y queda inconsciente; su familia la da por muerta y la ponen en un ataúd de cristal.

   Ciertas investigaciones de los últimos años afirman haber desvelado la verdadera historia de Blancanieves. En 1986, Karlheinz Bartels (farmacéutico e historiador alemán) aportó unos resultados apasionantes. Identificó a Blancanieves con la niña María Sophia Margaretha von Erthal, (Lohr, Alemania, 1729). Alude al famoso espejo mágico, que podría ser una pieza conservada en el Museo de Spessart, y del que podría decirse que “hablaba”, pues presenta una leyenda pintada en su marco, aunque otra teoría afirma que la voz del espejo sería una especie de eco sorprendente debido a su magistral fábrica. El bosque virgen serían las siete montañas de Spessart en Lohr, tras las que se encontraban las minas de Bieber, en las que habrían trabajado los siete enanitos (mineros de pequeña estatura, habituados a llevar ropas coloristas para ser localizados fácilmente en caso de accidente).

    Blancanieves sería la hija de Philipp Christoph von Erthal, Condestable del territorio de Kurmainz, en Lohr, habitualmente ausente por sus funciones diplomáticas. En 1741 muere la madre de Maria Sophia, y el padre se casa nuevamente el 15 de mayo de 1743 con Claudia Elisabeth Maria von Venningen, nacida Condesa Imperial de Reichenstein (ésta sería la supuesta y malvada madrastra) que habría aprovechado las frecuentes ausencias de su marido para favorecer a los hijos de su primer matrimonio.

   En cuanto al “Espejo Mágico que hablaba” sería un impresionante espejo de 1,60 metros de altura aún se puede admirar en el museo del Spessart, en el castillo de Lohr. El espejo procede de la Manufactura de Cristal de Lohr, fundada en 1698, prestigiada en toda Europa no sólo por su delicada y refinada artesanía, sino porque las materias primas que utilizaba para la fabricación del vidrio procedían -además de la propia región- también de España. En efecto, el carbonato sódico, conocido como ceniza de soda o sosa, era importado de Alicante, a orillas del Mediterráneo español, donde se confeccionaba por abrasión a partir de una planta denominada barrilla, habitual en el campo valenciano en el siglo XVIII y cuyo comercio constituía una fuente subsidiaria de riqueza para el mundo rural.

   Hay otra conexión del cuento con España: para el historiador alemán Eckhard Sander, Blancanieves sería la joven condesa Margarethe Von Waldek. Según esta teoría, Felipe II se enamoró de aquélla en un viaje por Europa tras enviudar de su primera esposa, María de Portugal. Se programó entonces casarlo con su tía María Tudor, y por ello no fue bien visto su romance con Margarethe-Blancanieves, lo que deparó a esta última un trágico final pues al parecer murió envenenada. Las minas serían aquí las de hierro de los Von Waldek, y los enanitos serían los niños avejentados que trabajaban en la mina, con los que Margarethe solía jugar.

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