El Senet egipcio: juego milenario
Hay juegos muy antiguos que se siguen practicando; otros han quedado difuminados en el tiempo. El Senet egipcio es uno de éstos últimos, aunque algunos de sus rasgos los seguimos encontrando en juegos actuales como el Backgammon, el Parchís o el Juego de la Oca. ¿Qué es el Senet?
Se trata de un juego de mesa de antigüedad milenaria, diseñado para dos contrincantes cuyas fichas se colocan en un tablero por el que discurren a base de tiradas. Gana el que primero hace su recorrido y saca sus fichas del tablero. Entre los lances del juego existe la posibilidad de capturar fichas del contrario, puede haber casillas de salvación así como barreras de bloqueo, cosas semejantes al Parchís. El recorrido es lineal (aunque visualmente en zigzag) y con algún pasillo de ida y vuelta, lo que recuerda al Juego de la Oca. La colocación de las fichas en casillas alternativas para cada jugador recuerda al Backgammon. Todo ello nos hace sospechar que estos juegos han tenido un origen común o al menos vinculado.
Posiblemente ese punto común esté en un momento de la antigüedad en el que el juego tenía un carácter no sólo de ocio sino más trascendente, incluso religioso, que representaba sobre un tablero una verdadera búsqueda iniciática de superación de obstáculos, donde el éxito era la llegada a un nuevo estadio (como lo es la casilla última del Juego de la Oca, que suele representarse como un Paraíso o jardín del Edén). Ello explicaría el que la mayoría de lugares donde se ha hallado o representado el juego del Senet tengan algo de funerario orientado al más allá. Lo encontramos pintado en la tumba de Hesy en el II milenio a.C., o en las de Amenhotep III en el siglo XIV a.C. o de Nefertari del siglo XIII a.C.; como objeto lo encontramos por ejemplo en la tumba de Tutankamon donde aparecieron hasta cuatro juegos del Senet. Se representan a veces a los humanos jugando una partida de Senet con un Dios, haciendo alusión a las pruebas que era preciso superar para llegar al llamado Duat, verdadera puerta hacia la otra vida. Se han hallado ejemplares en espacios y ajuares pertenecientes a todas las escalas sociales, lo que nos hace sospechar que el Senet era muy frecuente entre toda la población.
Podemos preguntarnos cómo era físicamente este tablero. Normalmente consiste en un rectángulo que contiene dibujadas tres hileras de casillas paralelas. Suelen ser tres hileras de diez casillas cada una, aunque hay variantes. Las fichas avanzan por esas casillas, siguiendo un recorrido sinuoso y en el que las fichas de ambos contrincantes se persiguen. Es frecuente que el propio estuche que guarda las fichas haga de tablero en una de sus caras.
En cuanto a la forma de jugar, numerosos investigadores y antropólogos (Jequier, Pusch, Kendall…) han formulado hipótesis pero sin plena certeza. Para mover las fichas se lanzaban unas tablillas que indicaban el número de movimientos. Al capturar o “comer” una pieza del contrario, las dos en juego intercambiaban su posición. Había que llegar a la casilla 26 de forma exacta, y una vez allí se disponía de dos tiradas para que saliera del tablero con un número exacto. Si se caía en la 27 se retrocedía a la 15, como ocurre en La Oca con las casillas “de dado a dado”. Cuando dos fichas de un jugador coincidían en una casilla no podían ser capturadas por el otro (como en el parchís), y si eran tres las coincidentes no podían ser rebasadas por el contrario hasta que el trío se deshiciera.
En definitiva, vemos cómo buena parte de estas reglas nos recuerdan a las de juegos plenamente vigentes, lo que significa que el ser humano no ha cambiado tanto a pesar del tiempo.