Ya estamos en primavera y en pocas semanas alcanzaremos la estación estival, donde las temperaturas se elevarán rápidamente y todos buscaremos cómo refrescarnos. Nuestro fantástico país nos ofrece un montón de posibilidades a lo largo de toda su rica geografía. Los más privilegiados podrán disfrutar de playas, ríos o lagos, y al resto nos quedará LA PISCINA.
¡Qué gran invento! Hoy en día casi todos tenemos alguna piscina cerca, bien sea en nuestra urbanización, chalet o gimnasio. Por lo tanto no hay excusa para no practicar este verano uno de los deportes más completos, la Natación. ¿Y si no sabemos nadar?
Muchos padres nos preguntamos cuál es el mejor momento para enseñar a nadar a nuestros hijos, y no pensando en que disfruten de una actividad de ocio que les aportará un montón de beneficios, que también, sino pensando en la natación como una herramienta de seguridad para nuestros hijos.
Evidentemente el momento ideal depende de más factores, además de la edad biológica del niño. Algunos expertos señalan que a partir del primer año es un buen momento, cuando los niños son tan pequeños que su objetivo principal es aprender a flotar y familiarizarse con el medio acuático. Una vez que van avanzando en edad, los retos que van adquiriendo son mayores ya que tanto su habilidad como destreza mejoran en el agua. Siempre es recomendable acudir a profesionales para estas funciones pero también podemos complementar el aprendizaje de nuestros hijos en casa.
Lo más importante es que tomemos estas “clases” como una fantástica excusa para jugar con nuestros hijos y pasar tiempo con ellos. Lo primero que tienen que aprender es a controlar la respiración y para ello podemos practicar sencillos juegos, como echarnos agua por encima de la cabeza con un cubo o regadera, permitir (de manera controlada) al niño que acerque la boca al agua y así se familiarice con el líquido elemento o practicar pequeños buceos cuando el niño esté preparado, así como colocar objetos en el fondo de la piscina para recogerlos.
Cuando el niño ya es autónomo aunque sea con algún elemento de flotación, podemos enseñarle a moverse por el agua, podemos jugar a pilla-pilla, buscar objetos por la piscina, lanzarse una pelota de un lado a otro, etc. Cuando ya ha cogido destreza para deslizarse por el agua, podemos practicar los saltos, siempre a baja altura y de manera controlada.
Para jugar a saltos podemos combinar éstos con otras acciones que nos diviertan. Por ejemplo, los niños pueden imitar el sonido de algún animal mientras saltan o una figura concreta, también podemos interactuar con ellos simplemente adivinando qué personaje de sus dibujos animados favoritos está imitando el niño. Cuando ya disponga de confianza suficiente, podemos retarle a que imite a su Súper-héroe favorito o al mítico Superman.
Si este verano tienes la ocasión de disfrutar con tus hijos o sobrinos de un buen baño, no pierdas la oportunidad de divertirte y pasarlo bien mientras tomas un refrescante baño.
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