La serie Soy Luna ha entrado con buen pie en nuestras pantallas y mantiene su interés para el público juvenil. En apenas un año se ha hecho un hueco como sustituto natural de Violetta.
A ello ha contribuido el que el joven actor y músico Ruggiero Pasquarelli sirviera de nexo entre ambas series. En efecto, este italiano nacido en 1993 y formado en canto, piano y guitarra, se ha ganado al público pasando de ser casi un debutante en Violetta (lo que le valió el premio Bombón en el Kids’ Choice Awards Argentina) a ser galán protagonista como Matteo en Soy Luna (valiéndole el Kids Choice Awards Colombia en categoría de Actor Favorito).
Sin embargo, el atractivo principal de la serie lo constituye el dúo de actrices formado por la mejicana Karol Sevilla (Luna Valente) y la argentina Valentina Zenere (Ambar Smith), mezcla de amigas y rivales. Disney Channel ha acertado con la elección de ambas. Cada una de ellas tiene sus propios fans. De hecho Valentina, la supuesta “mala”, ha sido más premiada como actriz que Karol, recibiendo los Kid´s Choice Award de Méjico y de Colombia como “villana favorita” mientras que Karol se quedó como nominada.
La serie, aparte de otros muchos componentes artísticos y televisivos, contiene dos que consideramos positivos. Uno de ellos es el deportivo, centrado en el patinaje sobre ruedas. El personaje de Luna es el de una adolescente mejicana que se traslada a Argentina, donde debe abrirse camino en un ambiente poco amistoso, hasta que descubre su lugar en una pista de patinaje donde encuentra amigos, deporte y hasta el amor. Los patines son la marca de identidad de Luna. De hecho, los títulos de sus capítulos se distinguen por terminar con las palabras «sobre ruedas».
El otro elemento es la música, tan del gusto de Disney como complemento ineludible de toda producción. Los actores Karol Sevilla y Ruggiero Pasquarelli llenan prácticamente ese espacio facilitando no sólo el fenómeno “fan musical” sino el que muchos niños y jóvenes, por emulación, se animen a entrar en el mundo de la música, a veces de modo serio o a veces como mero juego. Basta con ver el merchandising de Luna con su guitarra, micro, karaoke portátil, junto a sus patines roller-skate, calentadores… Se trata de actividades claramente positivas, en contraste con otras menos recomendables de otras series y canales, todo ello en sintonía con la línea amable habitual en el canal Disney. La propia Karol Sevilla, en alguna entrevista, ha reconocido que cuida el ejemplo que da a los demás jóvenes pues sabe que es modelo para muchas chicas de su edad.
El debate sobre las series juveniles, no obstante, es mucho más complejo y no queremos eludir todo lo que conlleva. Dentro de formatos aparentemente inocentes se ofrecen a los jóvenes unos productos donde junto a valores claros como la solidaridad, la amistad, el amor o la superación, se deslizan otros como el individualismo, el consumismo o la superficialidad; pero para eso también están los adultos, familiares y formadores, que deben ayudar a los jóvenes mediante los dos pilares básicos de “límites y atención”, sin delegar toda la responsabilidad en lo que programa la televisión, y sin recurrir a la queja fácil y autocomplaciente. Las series captarán la atención de los menores sólo en la medida en que los mayores no se la presten a ellos.
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